Como cada año, desde que la imagen del nazareno Cristo de Medinaceli he tenido la suerte de poder realizar la peregrinación desde mi pueblo de Abarán, en Murcia, España, Europa hasta la Basílica que la familia Medinaceli le rinden culto desde hace más de 300 años para besar los pies y pedirle las tres gracias que milagrosamente en muchísimos caso se conceden, mediante la fe.
Este año de 2010 la adversa climatología no ha impedido que como siempre, las inmensas colas de personas que circundan el templo, esperan pacientemente horas y horas hasta que por fin en apenas décimas de segundo se resuelve el encuentro entre el Cristo que va recibiendo peticiones y agradecimientos de sus devotos, entre los que me cuento. No he querido cargarle más peso a su cruz y solo le he dado las gracias por existir y por ser.
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