Hoy toca escribir para Crónica 7. He intentado que el equilibrio de las cosas y acontecimientos fuera el normal, pero por más que quise hacerlo antes, ahora me veo apurado de fechas en entregar a la Redacción mis vivencias del pasado, que redacto en mi presente, para que a ustedes les lleguen en el futuro aunque en detrimento hayan perdido su actualidad, dado que es mensual el contacto que tenemos entre nosotros unos activa y otros pasivamente en este mundo de la palabra escrita.
No hace tanto, tenia la suerte de estar cada día entrando en sus hogares, gracias a la televisión…Pero eso pasó, la etapa fue para mí fructífera e inolvidable, me ha permitido ser inmensamente rico en nuevas amistades que de otra forma, me hubiera sido prácticamente imposible, dado que no frecuento nunca lugares de reunión, ni pertenezco a asociaciones, ni club, ni ONG y mucho menos a sectas.
Más de una vez he envidiado a Mari Paz y Joaquín, porque pertenecen a infinidad de asociaciones, conocen gente y son amigos de todo el mundo. Les falta tiempo material para ir a las reuniones que son convocados, porque cuando no tienen ensayo del Coro Parroquial, la tienen de Tauromaquia, cuando no de Hermandades Pasionarias, cuando no están convocados a La Palabra , en la bóveda de San Pablo, o cuando están libres de esas y creen que pueden venir a visitarnos, nos fallan porque se habían olvidado que a esa hora tienen la reunión de la Zarzuela …y aquí me encuentro muchas veces solo, pero en la libertad de mi soledad es donde doy rienda suelta a mi imaginación, a mi memoria y a mis recuerdos.
Desde el punto geográfico donde escribo, no me faltan elementos para la inspiración. Si miro al frente, veo las sierras que flanquean la encantadora Blanca, en primer término a 200 metros la línea férrea, los trenes me traen y se llevan las ilusiones y esperanzas que anidan en mi mente, creando por unos segundos un estado de consciencia de mi mismo, transportándome a mi más tierna infancia y eran los de juguete los que conseguían llevarme a lugares fantásticos e irreales. Pero eso ya pasó, ahora toca sufrir cada día y atormentarnos con lo que nos depare la vida, el cambio climático, la política, el azar, el destino, la salud, la familia etc.
El besapiés al Cristo de Medinaceli, este año ha sido nuevamente en Madrid, y no es por menospreciar al que tenemos en la iglesia de San Juan Bautista si no por compensar el sacrificio que supone llegar todo cansado, sin dormir la noche entera para intercambiarle mi pesada carga emocional por su cruz y su comprensión. También tengo aquí a tiro de piedra la parroquia dedicada a la Virgen del Pilar y eso no quita para que alguna vez vaya a la basílica de Zaragoza, o el Santiago en la Hoya y muchas veces añore hacer el camino a Compostela.
El sábado 3 de marzo que asistí al brillantísimo acto de presentación del cartel anunciador de la Semana Santa 2007 si que “cargué las pilas” espiritualmente hablando. Todo se desarrolló muy dignamente, se puso mucho cuidado hasta en los pequeños detalles y tanto los conferenciantes como homenajeados estuvieron a la altura de los más exigentes y me vine a casa muy satisfecho, orgulloso, emocionado y esperanzado de que si eso es el anticipo, que no será lo que en pocos días viviremos en las calles de nuestro pueblo…
La visión que tengo ahora de los desfiles procesionales es bien distinta a la que tenía cuando manejaba la cámara de vídeo, ya que la vivo desde dentro, el capuz me permite ver la fe y la religiosidad de las personas que pasivamente participan de la reconstrucción de la pasión de Cristo, invadiendo aceras, llenado balcones, conseguimos entre todos esa comunión con Cristo aunque para muchos solo sea el tiempo que dura el tránsito de las imágenes por las calles de nuestro pueblo, pero algo queda y es lo importante.
Este año nos han prometido que nadie se enojará en cuanto a los “cortes” en la carrera, que han tomado conciencia de que el recorrido es angosto, como el auténtico de Jerusalén y que la solución estaba en el primer estandarte que abre el recorrido, que es el que marcará las pautas del lento caminar por la vía crucis, haciendo las paradas y guardando la distancia que nos marquen nuestros Hermanos Mayores, nadie se va a volver hacia atrás a ver si nos sigue la banda o el trono, pues eso es problema de cada uno no distanciarse ni un centímetro incluso cuando la calle pierda su horizontalidad y los pesados tronos no puedan seguir el ritmo o cuando la banda interprete su mejor marcha frente a la casa de alguien que crean se merece una atención especial.
Recuerdo que una noche de 1991 que me encontraba grabando para la televisión local, desinteresadamente, pasó la Agrupación Musical Santa Cecilia delante de mi cámara con el redoble del tambor, porque en la curva de la tienda del Lechero habían interpretado “Nuestro Padre Jesús” y la próxima tocaba en la esquina del pub Hollywood y no hicieron una excepción conmigo considerando que si yo podía grabarlo luego se podría ver en todos los hogares que tuvieran el tele-cable. Lo mismo me pasó el Domingo de Resurrección que como tuve que captar la salida de los tronos desde el marco incomparable del atrio de San Pablo con la Sierra del Oro como vigía al fondo, cuando tuve que desplazarme a la plaza, me llamaron la atención de que no podía cruzarme ni avanzar por dentro de la comitiva. Cuando a duras penas llegué al punto exacto del encuentro de la Virgen y el Cristo Resucitado, pedí a alguien que me dejara subirme a su caja de transporte para captarlo mejor y se me negó con lo cual me sentí desmoralizado pero cuando ya en casa visioné las imágenes, me parecieron las más maravillosas que había conseguido nunca porque era como si la cámara fuera una persona más en medio de aquél tumulto de apretujones y emoción contenida. Solo pido a Dios que no llueva cuando no deba llover, que aunque nuestra Rocío Jurado decía que la lluvia era “agua bendita” las ilusiones y desvelos que todos ponen en que todo salga perfecto, bien merece la pena.
Felicito desde aquí a mi compañero Joaquín Gamboa en su sección “Barranco del Jaro” titulado “Reflexiones de un 7 de enero” del número 7 de Crónica 7 en su página 5 porque la semblanza que hace de la realidad de la vida ha sido muy acertada según mi modesta opinión.
Para finalizar una llamada de atención a los grupos de la “Oposición” que les toque estar en la retaguardia política, que ni la palabra me gusta, ni lo que ello significa, opositar se lo ha tomado la familia política como protestar a todo, por sistema, estar en contra de todo a costa de perder incluso credibilidad, ser catastrofista un día y otro día y así cuatro años ininterrumpidamente, sin aportar nada positivo para progresar adecuadamente, con lo bonito que sería escuchar desde mañana mismo decir…”el grupo de la alternativa del gobierno, fulano de tal, aconseja…etc.etc.” Hay que dejar gobernar a quien gobierne, que cuatro años también tienen su fin.
Sean buenos como siempre si pueden y les dejan y hasta pronto, si ustedes y Dios quiere. Les espero… Ángel López Miñano
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