LA INCONSTANTE LUNA
Cuando esto escribo, todavía el otoño no se ha enseñoreado de la naturaleza viva que me rodea y todavía es el verde, el color dominante, aunque eso será por poco tiempo, pues, los pálidos y los ocres darán paso a la estación que se nos avecina, el invierno. Vengo observando de cómo en enero y febrero, cuando mis almendros estaban pletóricos en flor y todo me hacía presagiar una buena cosecha, apostaba porque el buen tiempo permitiera que el milagro de esa explosión de belleza en las flores, fuera el comienzo de todo el proceso de una vida con un ciclo muy corto que en estos días acaba con los primeros fríos del todavía incipiente invierno que nos espera a la vuelta de la esquina.
Cuando esto escribo, todavía el otoño no se ha enseñoreado de la naturaleza viva que me rodea y todavía es el verde, el color dominante, aunque eso será por poco tiempo, pues, los pálidos y los ocres darán paso a la estación que se nos avecina, el invierno. Vengo observando de cómo en enero y febrero, cuando mis almendros estaban pletóricos en flor y todo me hacía presagiar una buena cosecha, apostaba porque el buen tiempo permitiera que el milagro de esa explosión de belleza en las flores, fuera el comienzo de todo el proceso de una vida con un ciclo muy corto que en estos días acaba con los primeros fríos del todavía incipiente invierno que nos espera a la vuelta de la esquina.
La Naturaleza es así de cambiante, como la inconstante Luna , que cada mes cambia al girar en su órbita. Noviembre es como Abril, la antesala de lo opuesto, como de la noche y el día, como la desilusión y la esperanza, que nunca llegarán a darse la mano.
No se hasta donde llegará algún día mi capacidad de asombro, pues temo que llegue a acostumbrarme a ver y saber cosas que eran impensables hace apenas unos años y por la fuerza de la costumbre, llegue a considerarlo todo normal, consecuencia de una vida sin metas, un rumbo sin el norte, una sociedad sin expectativas…y es que la indiferencia ante los valores de La Familia, Amor, Religión y Estado, ha permitido la degeneración de nuestra propia especie. Si no respetamos estos cuatro pilares que sustentan la vida civilizada sobre la faz de La Tierra, nuestra subsistencia irá cada vez a peor y seremos mucho menos felices.
He visto con mis propios ojos a las cabras comer las flores de los gladiolos que no se habían vendido en el día de todos los santos, porque los precios tan altos y desmesurados, no estaban al alcance de muchas familias para honrar a sus difuntos y algunos productores prefieren echárselas a comer a los animales, antes que venderlas a precios razonables y asequibles a todos los bolsillos. En tiempos de san Francisco de Asís, un día que atravesaba un campo, vio a lo lejos un hombre que al ver a Francisco, ocultó algo que llevaba en la mano. Cuando se cruzaron en el camino, Francisco le pregunto: “Hermano, de que te avergüenzas y ocultas algo a tu espalda?” -“No es nada, solo son unas miserables flores que he recogido de la cuneta para llevarlas al Cristo de la ermita de la siguiente encrucijada. No tenía dinero apena para comer, mucho menos para comprarlas en una tienda”. A lo que el santo le replicó: “Hermano, ¿no has pensado que las semillas de esas flores las ha sembrado el viento, el rocío de la mañana las ha regado y el sol las ha madurado? Como ves, ¡todo está hecho por la mano de Dios! ¿Porqué avergonzarte entonces?” El hombre se sintió orgulloso de llevar su ramillete de flores silvestres al Cristo de la encrucijada.
También he visto sitios donde al ir a comprar pan y si el del día se ha vendido todo, si queda una hogaza del día anterior, te la venden al mismo precio o se queda allí para terminar triturándola o tirándola a la basura. Lo mismo pasa con los periódicos, que los devuelven por la noche para hacerlos pasta de papel para nuevas ediciones, antes que venderlos a bajo precio, o mejor, regalarlos al día siguiente. He visto contenedores de papel repletos de libros antiquísimos, verdaderas joyas literarias difíciles de recuperar para seguir siendo aprovechados por otras personas que no pueden permitirse el lujo de comprar ni un tebeo. He visto sacar cajas de patatas grilladas y de naranjas enmohecidas para quemarlas en montones, antes que darlas a los pobres una vez que se ha considerado que nos iban a sobrar y hacer un bien a nuestros semejantes y todo porque creemos que con ello no vamos a tener recompensa, cuando es todo lo contrario, la satisfacción es tan grande e inmensa, la que se siente cuando hacemos una obra de caridad que el dinero no puede pagar.
He visto en la televisión quemar símbolos e imágenes de mi país y me ha dado pena ajena. Eso me ha hecho recordar una anécdota que le sucedió a una de mis dos tías religiosas cuando del lejano Timor en Indonesia, venía a España acompañada de otra misionera que la había invitado a pasar por casa de sus padres en la escala que hizo el avión en Barcelona. Nada más entrar en el amplio salón y tras saludar a sus padres, se quedó sorprendida porque de sus paredes no pendían cuadros como estamos acostumbrados a ver, los bodegones, las marinas, acuarelas, carboncillos etc. y en su lugar había grades retratos de personas mayores y niños. Mi tía extrañada de lo que allí estaba viendo, nada habitual, le preguntó a la madre de su compañera misionera: “No puedo irme sin preguntar el porqué ustedes no tienen aquí como todo el mundo cuadros “normales” y con mucha más razón de santos mártires, dado que son padres de una hermana carmelita misionera?” A lo que la madre anciana respondió: No es malo venerar a los santos, al contrario, pero mis santos son todas esas personas que de alguna manera he visto con mis ojos como me han ayudado en mis momentos de dolor y se han reído conmigo en mis momentos de alegría. Por ejemplo, este señor que aquí ves…-señalándole a un retrato de un hombre de mediana edad- pues ese señor hizo todo lo posible porque mi pobre marido resolviera satisfactoriamente el tema del “papeleo”de su humilde pensión y gracias a él, no nos falta el pan de cada día. Aquel niño, -señalando otro de los retratos-, hoy día ya es un señor respetable, pero mi hija que hoy es tu compañera de misión, vive gracias a que él me la salvó de un corte de digestión que casi se me ahoga y no tengo con que pagarle el tener a mi hija viva y encima sirviéndole a Dios y a los Hombres. Comprenderás ahora que estas dos personas, así como el resto, son mis verdaderos santos!
Ya hemos vuelto a escuchar “tambores de guerra” con las elecciones generales que se nos avecinan el próximo mes de marzo. Descalificar al contrario, mofarse con chistes inapropiados, hacernos creer que los malos son los otros, hablar de rencores, criticar una gestión equivocada, provocar el aplauso humillando, insultando y todo lo que estamos acostumbrados ver en este periodo electoral, es propio de personas taimadas. No hagan caso de las promesas, mejor echemos en una balanza todo lo bueno que han conseguido en etapas anteriores para el bienestar de todos nosotros y ese mítico día 9 de marzo será el momento de demostrar con nuestra gratitud expresada en nuestro voto a quien más se lo merezca. A los que todavía no les hemos dado una oportunidad de gobernar, darles también nuestro voto de confianza y todos juntos conseguiremos una España mejor.
Hasta pronto, si ustedes y Dios así lo quiere.
Ángel López Miñano
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