LA PLAYA DEL ÁNGEL
Superado el ecuador de este mítico año 2008 que va a pasar a la historia, como el año en que todo el mundo acepta estar sumergidos en una profunda y prolongada crisis, que nos llevará a un modo distinto de ver y sentir las cosas, que hasta hace poco eran normales, toman ahora un tinte de preocupación y solo la moderación y la mesura pueden paliar un poco estos efectos que lo abarca ya casi todos los ámbitos de nuestra sociedad del bienestar y del consumo, para dar paso a una etapa de concienciación y del sentido común para afrontar lo que se nos viene encima.
Hoy ha amanecido fresca la mañana, el sol empañado por las nubes, nos dan un respiro de alivio y tregua a la reseca tierra que vuelve a pedir agua y que la Naturaleza se empeña en negársela y la Política con su eterna burocracia no está a la altura de las circunstancias y entre la una y los otros la casa sin barrer. Mis veinte almendros no dependen gracias a Dios de lo que decidan en los despachos los dirigentes encargados de traer agua de donde sobre a los sitios donde falte si no de La Madre Naturaleza que tan sabiamente ha mantenido la vida y el equilibrio sobre el planeta Tierra hasta que la mano del Hombre ha venido a trastocar todos sus planes para alterar su ritmo y en detrimento, nuestra propia supervivencia y lo más triste de toda esta historia es que los líderes políticos mundiales no se han puesto de acuerdo en frenar esta barbarie y echar mano del sentido común de una vez por todas.
Como es de todo punto imposible vivir continuamente en tensión y preocupado por hasta el más mínimo detalle, de vez en cuando debemos “desconectar” y hallar la manera de rendirle culto al cuerpo en la medida de las posibilidades que esta acuciante crisis no lo permita. Yo, como el año pasado les propongo visitar “mi playa” a todas aquellas personas que no sean muy exigentes con los demás ni consigo mismos y deseen ver un lugar en el que parece como el entorno se empeña en anclarse en los más remotos periodos de la humanidad, el Hierro y el Cemento todavía no ha hecho acto de presencia, para mantenerse virgen como en los albores en que fue creada. La ruta de acceso de los 90 kilómetros que nos separan de Abarán, los hacemos plácidamente por buenas carreteras que nos desembocan en ella misma, en tan solo una hora de coche es la siguiente: Abarán/Autovía Cartagena/San Javier-San Pedro del Pinatar/Salida Autovía por San Pedro del Pinatar-Pilar de la Horadada/Hotel Thalasia/Lo Pagán/Salinas de San Pedro/Playa Torre Derribada , donde reúne todo cuanto se precisa para no arrepentirnos de haber ido. El coche lo podemos dejar bajo tejado en sus más de 300 aparcamientos protegidos del implacable sol de agosto. Un aseo higienizado a diario nos permite cambiarnos al bañador. Una pinada con mesas para comer la clásica tortilla, ensalada murcianica y conejo frito con tomate que hayamos llevado del pueblo. Una pasarela de madera para proteger de las pisadas las retamas, juncos y vegetación dunar nos adentra en la orilla del mar y una fuentecilla de agua dulce nos espera cuando volvamos a irnos para refrescar nuestros abrasados pies. La bandera ondea casi siempre de color verde. Los flamencos también protegidos entre balizas de madera, que podremos observar como pescan los pececillos de las inmensas salinas que ocupan nuestra vista en lontananza. Su oleaje es el justo, ni mucho ni poco. No hay socavones, medusas, apenas algas y de cuando en cuando un gigantesco avión de pasajeros atrona a su paso abriéndose camino en el ancho cielo, con gente que nuestra Costa Cálida se le queda pequeña y van en busca de la aventura y también del peligro, lejos de nuestro país y regresando con muchas más frustraciones en la mayoría de los casos, unas veces por las expectativas que habían puesto en como iban a pasárselo y como se lo pasarán realmente. Si decidimos ir en sábado y emprendemos viaje a las 9:00 tendremos la certeza que a las 10:00 arribaremos a este peculiar lugar de nuestra costa más próxima y nos vamos a sorprender que plantaremos la sombrilla casi de las tres primeras de las casi 45 en total que llegan a verse a lo largo de toda su orilla. Si es domingo, no serán muchas más de las 100 las que tendremos oportunidad de contar. Todo lo que comamos nos sabrá a gloria, paz y sosiego. La constante brisa que no cesa a lo largo del día mitiga los estertores de este sol de justicia que se empeña en “tostarlo” todo. No se ve ningún tipo de delincuencia, en cuanto a “los amigos de lo ajeno” se refiere, en cambio los puritanos deben pensar que hasta allí ha llegado el “pecado” pues las chicas impudorosas se bañan de cintura para arriba y oxidan sus células más próximas bajo sus dermis sin tapar sus partes nobles, para deleite de ojos con mirabas lascivas y ojos permisivos con los tiempos que corren. Tampoco es raro ver si nos alejamos un poco de las cien sombrillas hombres impudorosos sin el “tapa miembro” que digo yo será porque se dedican al espectáculo de la noche y prefieren mostrar oxidada su piel completamente sin la frontera que mi Iglesia marcó como sacro santa santorum de la región púbica y mamaria, que paradoja divina son los verdaderos símbolos de La Creación y La Supervivencia del Ser Humano, como la cruz, la media luna, la rosa, la gaviota, la hoz y el martillo, etc. lo son para otras sectas y que cuando prometemos cumplir nuestra palabra de honor no se nos ocurre llevar todo ese arsenal de iconos, biblias y coranes para hacer creer a nuestros semejantes que cumpliremos nuestra promesa o nuestro juramento, tanto en el ámbito personal como público, si en verdad somos hombres y mujeres de principios, con tan solo eso nos basta y nos sobra.
Tampoco mi Iglesia está por la labor de poner fin al progresivo distanciamiento del poder político con las continuas críticas y reproches a un gobierno legítimamente constituido en las urnas de marzo, faltando al juramento de la Obediencia y Humildad con que hacen gala en su vida consagrada a Cristo, por no decir nada de La Castidad, que nuestro máximo representante, Benedicto XVI ha tenido que disculparse en Sydney (Australia) por los abusos sexuales que involucran a mi Iglesia Católica. Siento vergüenza de leer el enfado y crispación desmedida de mis obispos por aferrarse a un pasado que gracias a Dios es ya casi historia y la evolución del Ser Humano nos hace sentirnos libres en la medida en la que nadie se entromete en nuestra vida más íntima y privada. Recuerdo de hace ya 43 años en que teníamos el cargo de conciencia manipulada para hacernos sentir vivir en pecado mortal, que debíamos confesarnos y ser absueltos por un sacerdote cuando comenzábamos a descubrir nuestra sexualidad y buscábamos el placer rápido por medio del onanismo y alguien de mi Iglesia le fue con el cuento al padre de uno de mis compañeros de colegio de que a su hijo debía castigarlo severamente por vivir en continuo pecado mortal por usar sus genitales para obtener placer. El padre, una vez puesto al tanto de lo que su hijo hacía en lo más íntimo de su habitación, en lugar de quitarse la correa y moler a palos a su hijo, le contestó mansamente a este “santo varón”, -“Escucha lo que voy a decirte y apréndetelo para siempre, lo que haga mi hijo con su cuerpo es algo que a ti no te importa y cuando supere las veces que lo hice yo en mi juventud, comenzaré a plantearme el tener que felicitarle por haber superado mi récord de “tres pecados mortales” al día que cometía yo”- Cuando hace pocos días le comenté toda esta anécdota del pasado, el padre de mi compañero de colegio ya no se acordaba de aquel incidente y me contestó: “Ángel, tienes buena memoria, si le dije eso en aquel entonces, hoy en día volvería a decírselo y mi hijo, antes como ahora, estoy seguro que cuando muera no va a ser condenado por Dios porque lo mucho que está sufriendo ahora con la terrible enfermedad que pronto acabará con Él, es mayor que el poco placer que encontraba a escondidas.
Eso de La Muerte Digna o La Muerte Indigna , es más bien una entelequia. Lo importante es La Vida Digna con Libertad y derecho para elegir. Lo indigno, es que me priven de ello…
Hasta después del verano, si ustedes y Dios así lo quiere.
Ángel López Miñano
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